Protagonista indiscutible de los torneos de la Liga Comercial de Fútbol en los años setenta logrando tres títulos consecutivos, su recuerdo evoca una competencia barrial tan competitiva como difícil.. Medio siglo después, recordamos al equipo que hizo famoso a Villa Podio.

Archivoprivado

El equipo. Arriba: Raúl Díaz (DT), Alloatti (AC), Benavídez, Gómez, Contrera, (¿?), Mendoza, Angel Burkhard, Ferrero y Domingo Burkhard; abajo: Lezcano, Gutíerrez, Cervino, “Juanina” Lezcano y Villarreal.

De colección. Gómez, Angel Burkhard, Carlos Contreras y Villarreal.

Mientras el devenir de los tiempos se encarga a diario de archivar historias, la ventura del inexorable archivo nos permite incursionar en algunas otras que fueron nuestras y que hoy, injustamente, están olvidadas.

Este es el caso de Granja Rosama, un equipo de fútbol que participaba de los torneos de la Liga Comercial de Fútbol, escenario de lujo futbolístico de cada sábado donde se congregaban figuras de la escena de la Liga oficial y otros anónimos, no menos dotados – y hasta más iluminados- que se daban el gusto una vez por semana de recorrer canchas precarias, sin otra instalación que dos arcos (de madera, a veces blancos) y otras tantas tristes y descoloridas redes. ¿Vestuarios? La sombra de un paraíso. Pero estaba el fútbol. Había una pelota. Y eso bastaba.

Granja Rosama tuvo su momento de fama a mediados de la década del setenta, logrando tres títulos consecutivos, en coincidencia con el Atlético de Reynaldo Volken y “Corcho” Favre que comenzaba a hacer su historia con la misma cantidad de campeonatos.

Una inconstante investigación nos ha llevado a recomponer un poco de aquellas historias que no tienen otro respaldo documental que testimonios de protagonistas, aunque agrega algo indubitable: fotografías.

Con el aporte del ex árbitro Luis Trucco y el amigo Cacho Vianco logramos reconstruir un capítulo especial de amor al fútbol y pasión por el mismo; más otros agregados que no vienen al caso citar. ¿Por qué decimos esto? Porque no estuvo exenta de algunas miserias propias del espacio que no vienen al caso analizar ahora.

El que organizaba

La Liga Comercial de Fútbol era el organismo rector de este campeonato que se jugaba en forma anual, a dos ruedas y con jugadores “anotados” para cada equipo, aunque no había límites para quienes contaban “con firma”, o sea federados en clubes oficiales.

El libro de pases para incorporaciones estaba abierto todo el año y el aspecto disciplinario obligaba a los expulsados a cumplir pena, pero no había acumulación de amarillas, esto, igual que en el fútbol oficial de entonces.  Para el resto de las transgresiones disciplinarias se aplicaban multas económicas.

Su presidente era el señor Adelqui Daperno y la sede era el domicilio del mismo, en calle Blas Olivero; en caso de encuentros más complejos o de asistencia más allá de los delegados, se convocaba a un bar de la calle Pedro Storero, detrás del club Boca.

Detalle: además de jugadores que participaban en equipos de la LRF los domingos, también los árbitros provenían de aquí, pudiendo mencionarse a jueces como Santiago Krausse, Raúl Perassi, Dino y Redente Dominino y Oscar Mendoza, entre otros. No cualquiera impartía justicia en una cancha abierta en estos tiempos.

En cuanto a los equipos hay que mencionar, además de Granja Rosama, a Lavalle Sport (comercio de ropa masculina de Lavalle y Santa Fe), Sanatorio Nosti (con Albino Lanzetti y los doctores Jorge Bolcatto – arquero- y el querido Ramón Cordero), San Antonio (orientado por Placer Cabral, peluquero y organizador), Supermercado La Estrella (de la familia Calim con “Checho” Operto y Oscar David en sus filas), y el más famoso: Deportivo Isabelita.

Este último en realidad fue originariamente Estudiantes, pero una serie de circunstancias disciplinarias lo llevó a cambiar su nombre. Aquí apareció lo que nosotros consideramos el primer caso de un equipo con nombre (y afinidad) política, ya que aludía -obviamente- a la entonces presidente de la Nación María Estela Martínez de Perón, también conocida como “Isabelita”. Este elenco llegó a disputarle el título de 1975 a Granja Rosama, pero al año siguiente –por obvias razones políticas y de supervivencia- ya no participaría. Igualmente, guarda un blasón: allí jugó por última vez el gran Luis “Repollo” Fernández, ídolo del 9 e ícono de una época.

El gran campeón

Granja Rosama representaba a una granja avícola ubicada en el barrio Villa Podio y que hoy es propiedad de la familia Sara. El fundador del equipo/club fue el señor Domingo Alfredo Burkhard, cuyo hijo Angel era el arquero y fue abuelo del profesor Diego Burkhard, prestigioso y respetado preparador físico de nuestro balompié.

La camiseta era azul y amarilla a bastones verticales (como la de Rosario Central, por tomar un ejemplo) y en sus años de vigencia tuvo cuatro sedes para sus canchas: la primera fue en A. del Valle y Beltramino (actual sede de Vialidad); la segunda, en Mosconi y Estrada; la tercera, A. del Valle y Simonetta (o cerquita, ya que en ese tiempo no estaban delimitadas estas arterias en ese sitio), y la último en Beltramino y Aguado, frente al Parque Villa Podio.

El director técnico fue Raúl Díaz (el ayudante era Alloatti) y los jugadores que se han podido rescatar son mencionados con los datos que se poseen ya que es deber de este escriba advertir a los lectores, especialmente a los más jóvenes, que en esa época a los protagonistas se los conocía por el apellido o el apodo (los nombres de pila no se incluían en las crónicas, salvo que fuesen hermanos con apellido coincidente).-

Así entonces citaremos a Benavídez, Gómez (hermanos del famoso “Chita”), Carlos Contrera, Cresencio Mendoza, Angel Burkhard, Carlos Ferrero, Lezcano, Gutiérrez, Cervino, “Juanina” Lezcano (luego famoso bochófilo), Villarreal, “Loco” Sánchez (arquero, de Lehmann), Ariel Levrino (padre del ex jugador de Atlético) y Raúl Martínez (ex árbitro).

La lista, lo admitimos, es poco generosa, injustamente avara con la historia, pero trata de hacer una mínima justicia. La falta de documentos y el inevitable accionar del almanaque nos lleva allí, pero no impedirá el homenaje a este olvidado pero gran campeón de una época especial, marcada por muchos matices, aunque que deja en claro que la pelota y su magia siguen vigente, aún medio siglo después. La biología puede con la materia orgánica, jamás con la memoria. Menos con la redonda.

Area de Relaciones Institucionales LRF.

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